Historia del retrato

 

En todas las sociedades del mundo, el retrato es una de las formas de expresión artística más populares y perdurables. La bella Niña con pendiente de perlas, de Vermeer, la enigmática Mona Lisa, de Da Vinci, el heroico George Washington, de Gilbert Stuart, el profundo Retrato de Gachet, por Van Gough, el sensual estudio de Georgia O’Keeffe, por Stieglitz, los inquietantes e introspectivos autorretratos de Frida Kahlo y muchísimas obras más dentro de este género atraen a millones de personas. Casi todos nosotros podemos identificarnos con el retrato como expresión artística que nos permite vislumbrar la mente tanto del artista como del sujeto y descubrir el lugar y el tiempo en que vivieron.

El retrato tiene una larga y rica tradición en la América Latina. Durante más de 2,000 años se han empleado retratos para preservar el recuerdo de difuntos, proporcionar continuidad entre vivos y muertos, reforzar la posición social de la aristocracia, conmemorar hazañas de los poderosos, promover la carrera de políticos, marcar los hitos de la vida humana y ridiculizar los símbolos del status quo.